ARTE Y LITERATURA
por Teodosio Muñoz Molina
EL CINISMO DE LOS CANALLAS
Tanto la palabra cínico como canalla tienen un mismo origen perruno en las respectivas lenguas griega y latina. En la diacronía del castellano, han terminado arrinconadas en la sinonimia del desprestigio. Y sin embargo, no siempre fue así.
En la actualidad, “cínico” es sinónimo de procaz, desvergonzado, impúdico, desfachatado, obsceno.
La palabra “canalla” y sus derivados (canallada, canallesco) no le va a la zaga en descrédito, porque equivale a gente baja y ruin, generalmente aplicable a una persona despreciable por su mala conducta. Y, como si esto fuera poco, el castellano ha adoptado el término “perro” con todo un arsenal de connotaciones desdeñosas (“esa mujer es una perra”, “emperrarse”, “perrada”, “perrerería”, “perruno”, “murió como un perro”, etc). Paradójicamente, suele decirse que “el perro es el amigo más fiel del hombre”. Y, en algunas partes del mundo, hay perros cuyos dueños los enjoyan como una mujer y los llevan a comer en restaurantes especiales y sus restos descansan en cementerios caninos con lápidas recordatorias. Con lo que se gasta en Francia en alimentos para perros, podría aliviarse el hambre de varios países africanos.
La palabra “cínico” (del griego kyon= perro, kynós= del perro), nació en Atenas (siglo IV a.C.), con la escuela filosófica que fundó Antístenes, un discípulo de Sócrates. Algunos aseguran que el nombre deriva de un gimnasio situado en una plaza de las afueras de Atenas, donde Antístenes se reunía con sus amigos y que era conocida como la plaza del Cinosargo (Kynosárgos=del perro ágil).
Otros dicen que el nombre se hizo famoso gracias a Diógenes de Sínope, por su costumbre de alojarse en un tonel, que solía usarse como un cobijo para los perros, y que Diógenes usaba para demostrar su disconformidad con los seres humanos.
Los cínicos creyeron encontrar la felicidad en la autarquía o autosuficiencia, el bastarse a sí mismos y renunciar a los bienes y placeres terrenales hasta lograr una independencia absoluta de las necesidades sociales. La encarnación de este ideal de vida fue el mendigo. Pronto en Grecia proliferaron los pordioseros que hacían alarde de menosprecio por el bienestar, los honores, las riquezas, la familia, la patria, el estado, el amor, porque el único bien del hombre es “vivir en sociedad consigo mismo”. Son los primeros anarquistas y se sienten kosmopolítes (ciudadanos del mundo).
Quizás el cínico más famoso ha sido Diógenes, el Cínico por antonomasia, que, como un perro rabioso, mordía a los hombres con palabras desdeñosas, ya fuera Alejandro Magno o cualquier ciudadano común que se le cruzara en el camino. Pero hay otro cínico, Crates o Creates, del que Marcel Schwob nos ha dejado un retrato admirable en Vidas imaginarias.
Su padre le había dejado una gran fortuna, pero un día fue a ver una tragedia de Eurípides y al ver al rey Telefo vestido con harapos de mendigo, decidió imitarlo y anunció en voz alta que distribuiría su fortuna entre los que la quisieran. Tiró por la ventana el dinero, las joyas, los alimentos almacenados, las vestimentas, los muebles y se alejó con una alforja al hombro. Vivió completamente desnudo entre la basura y juntó cortezas de pan, aceitunas podrinas y restos de pescado para llenar su alforja. No hablaba de los dioses salvo para reprocharles que habían creado desgraciados a los hombres. Según Schwob, “Diógenes mordía como los perros, pero Crates vivía como los perros”.
Uno de sus discípulos, Metrocles, un joven muy rico, tenía una hermana hermosísima, llamada Hiparquia, que se enamoró de Creates hasta las últimas consecuencias. El cínico le advirtió que pensara lo que iba a hacer porque él vivía como los perros, buscaba huesos entre la basura y que la poseería en público, cuando el deseo lo asaltara, como hacen los perros con las perras.
Hiparquia ya lo sabía y, frente a la resistencia de sus padres, amenazó suicidarse si no le permitían vivir con y como Creates.
Frente al cinismo político y moral de nuestro días, el cinismo practicado por Antístenes, Diógenes y, sobre todo, por Creates e Hiparquia, nos parece un juego de niños. Con la misma raíz que “cínico”, hay una variedad de monos llamados “cinocéfalos” (del griego kynosképhalos=cabeza de perro).
También se conocen como Cinoscéfalos, unas colinas de Tesalia, (por su aspecto de cabezas de perro) cabe las cuales el cónsul romano Quincio Flaminio derrotó a Filipo V de Macedonia y, como resultado, toda la Península Helénica entró a formar parte del Imperio Romano.
La palabra “canalla” (del italiano canaglia, a su vez del latín vulgar canalia, derivado de canis=perro) está emparentada, manteniendo siempre la misma raíz perruna, con otras palabra de significado insospechado.
“Canícula” (del latín canicula=perrita). Es el período de más calor en el hemisferio norte. Abarca un período que va desde el 23 de julio al 2 de septiembre y está determinado por la aparición de la estrella Sirio, de la constelación del Can Mayor, que, según los antiguos, provocaba una gran excitación en los perros.
“Caniculario” o perrero era la persona encargada en las iglesias de echar fuera a los perros.
Sin asomos de parentesco fonético, nos topamos en castellano con la palabra perro. Algunos le han atribuido un origen prerromano, un sedimento de las antiguas lenguas ibéricas o celtas de España.
Joan Corominas rechaza la hipótesis y hace derivar la palabra de la onomatopeya prr o brr que los pastores usaban para incitar a los perros a mover el ganado.
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